Entradas populares

lunes, 30 de diciembre de 2013

{ te escribo para saber de mí · 29.12.13 · 14:48 pm }



Anoche soñé que contemplaba (desde unas blancas y elevadas escaleras) un mar precioso: transparente y cristalino, de un color aguamarina sin par, y en calma, como meciéndose sobre sí mismo. Era un mar poco profundo. Desde donde yo estaba podía distinguir perfectamente el fondo: un manto de fina y blanca arena. Sobre mi cabeza, un cielo vestido de acendrado azul, y la brisa... fresca y suave, como la caricia de cualquiera de mis chicos: L, S, T, o N.

Sueño, visión, (im)presencia anhelante de mi querido Atlántico, o un mirar la vida desde otra perspectiva y sin expectativas, así sin más.

Desde que me he despertado no me ha abandonado esa sensación de bienestar y serenidad; y la certeza de saber que estoy tomando decisiones que son beneficiosas para mí, he dado un paso más en este vivir y aprender que me he propuesto. La vida es una sucesión de encuentros y despedidas, como tú bien decías (y yo comparto, lo digo siempre): muchos pasan por nuestras vidas, algunos son efímeros pero no por ello olvidables, otros nos acompañan durante un tiempo, y unos pocos se quedan durante largo tiempo.

Yo no seré quién diga cuánto va a durar esto o lo otro, no lo sé. Lo que me interesa lo aparto, y lo que me interesa dejo que permanezca, y lo cuido. Creo que las relaciones (de cualquier tipo) se han de cuidar y mimar, sin más pretensiones que disfrutar de lo que das y recibes. Las flores crecen en el campo porque el sol sale a diario, y se esconde de noche, porque hay una tierra que las alimenta, un agua o un rocío que las riega y baña, y un viento que las mece y hace las veces de transportador de sus semillas.

Lo que sí no voy a aceptar es que impongan plazos o condiciones, para eso ya están los organismos públicos.
Y yo no funciono así, me gusta dejar que las cosas discurran con naturalidad y sin apremios, no agobio a nadie, no me gusta que me agobien, y menos que me presionen a aceptar algo que no va con mi naturaleza.

Tampoco soporto la banalidad ni el traficar con emociones que no se sienten, lamentablemente hay muchos mercaderes y charlatanes que pronuncian un "te quiero" o cualquier tipo de emoción con la misma facilidad que se bajan los pantalones, y eso a mí me produce asco. Asco por la falta de respeto a la palabra, y a su significado. Asco por pisotear las emociones ajenas en pro de lograr sus objetivos. 

Que cada cual actúe como le plazca, yo sigo mi camino, todavía me quedan cosas y personas que ubicar en el lugar que le corresponde en mi pequeño universo, cuando todo esté ordenado, habré dado el pequeño paso que me falta para lograr abandonar este estado de ansiedad, y así podrá fluir más y mejor toda la creatividad que llevo dentro y que ahora mismo está atascada, asoma de vez en cuando a empellones e inconexa. 

Llegará ese momento, lo sé. Lo siento dentro de mí. 

Y en este caminar, en este presente continuo, continúo, y tú estás ahí, aquí, a mi alrededor. Lo que no puedo permitirme, querido D, es sentir inquietud, y eso era lo que pretendía transmitirte, y estuve a la defensiva durante bastante tiempo, pero tan simple como que es un mecanismo de defensa ante lo desconocido.

Para poder ser yo misma necesito confiar, confiar plenamente, es la única manera, y no entiendo otra.
Y cuando hay sexo de por medio, y máxime como tú y yo lo hemos tenido, saltan todas mis alarmas y me pongo más a la defensiva todavía. Creo que es bien natural. No sé quién eres, no sabes quién soy. Dos desconocidos que se encuentran en un universo virtual. Dos entes que adquieren forma en nuestra mente, moldeados a nuestro imagen y semejanza. Es como un amarse a sí mismo en la imagen que proyectamos del otro.

Yo sí quiero bajar a la tierra y mirarte a los ojos, y escuchar tu voz, y ver cómo mueves tus manos, cómo respiras y hablas, cuánto vacío desplazas para llenarlo con tu presencia. Para mí es importante, porque lo que espero recibir de ti son sensaciones, no me interesa si tienes un lunar o arrugas, o si tus ojos son azules, verdes o marrones.

Te dejo con la frase de una película que me removió las entrañas: La delgada línea roja, de Terrence Malick.

" Oh, alma mía, déjame entrar en ti, mira a través de mis ojos, contempla las cosas que creaste, mira cómo brillan"

Y una pieza musical de otra película del mismo director, que es un latigazo en todos los tuétanos: "El árbol de la vida".

Espero te gusten y las disfrutes, son de una lucidez y resplandor apabullantes y dolorosos. A mí me reconcilian con la vida cada vez que acudo a ellas. Somos tan poca cosa al lado de lo inconmensurable del universo... cuánta humildad y respeto afloran al sentir todo esto, los miedos desaparecen porque este minúsculo planeta es nada, y mi soledad es una soledad arropada por todo lo que ahí fuera nos rodea. Y te abandonas y no piensas, ni sientes, ni padeces, te limitas a fluir y (con)fluir con el cosmos.

Un beso.




No hay comentarios:

Publicar un comentario