«En este mundo vil, nada es gratuito. Todo se expía: el bien, como el mal, se paga tarde o temprano. El bien mucho más caro, lógicamente».
Céline
"Los hombres se aferran a sus cochinos recuerdos, a todas sus desgracias, y no se les puede sacar de ahí. Con eso ocupan el alma. Se vengan de la injusticia de su presente revolviendo en su interior la mierda del porvenir. Justos y cobardes que son todos, en el fondo. Es su naturaleza. (...) Proust, espectro a medias él mismo, se perdió con tenacidad extraordinaria en la futilidad infinita y diluyente de los ritos y las actitudes que se enmarañan en torno a la gente mundana, gente del vacío, fantasmas de deseos, orgiastas indecisos que siempre esperan a su Watteau, buscadores sin entusiasmo de Cíteras improbables. Pero la señora Herote, de origen popular y substancial, se mantenía sólidamente unida a la tierra por rudos apetitos, animales y precisos. Si la gente es tan mala, tal vez sea sólo porque sufre, pero pasa mucho tiempo entre el momento en que han dejado de sufrir y aquel en que se vuelven mejores. El gran éxito material y pasional de la señora Herote no había tenido aún tiempo de suavizar su disposición para la conquista. (...) Os lo digo, infelices, jodidos de la vida, vencidos, desollados, siempre empapados de sudor; os lo advierto: cuando los grandes de este mundo empiezan a amaros es porque van a convertiros en carne de cañón. (...) Para el pobre existen en este mundo dos grandes formas de palmarla, por la indiferencia absoluta de sus semejantes en tiempos de paz o por la pasión homicida de los mismos, llegada la guerra. Si se acuerdan de ti, al instante piensan en la tortura, los otros, y en nada más.¡sólo les interesas chorreando de sangre, a esos cabrones! Princhrad había tenido más razón que un santo al respecto. Ante la inminencia del matadero ya no especulas demasiado con las cosas del porvenir, sólo piensas en amar durante los días que te quedan, ya que es el único medio de olvidar el cuerpo un poco, olvidar que pronto te van a desollar de arriba abajo."
Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo,
¿para qué leerlo?
Un libro tiene que ser el hacha que rompa nuestra mar congelada.
Franz Kafka
"Lo que me ha sucedido a mí- Continuó K. en tono algo más bajo y espiando siempre las caras de los de la primera fila, como si estuviera un poco distraído-, lo que me ha sucedido a mí no es sino un caso aislado que en sí carece de importancia, ya que yo lo tomo a la ligera, pero ejemplifica un procedimiento esgrimido contra muchos. Por ellos elevo mi protesta, no por mí" [...] No hay duda de que detrás de todas las manifestaciones de este tribunal, se halla una gran organización que se sirve no sólo de vigilantes sobornables, inspectores y jueces necios y, evidentemente, muy modestos, sino, además, de altos magistrados con el inevitable séquito de ujieres, amanuenses, gendarmes y quizá hasta verdugos; no me arrendra pronunciar esta última palabra. ¿Y cuál es el sentido de toda esta tremenda organización? Consiste en arrestar a personas inocentes para incoar contra ellas un procedimiento tan falaz como el mío. ¿Cómo evitar que los funcionarios, dadas las circunstacias, caigan en la más abyecta corrupción? Ni el magistrado más encumbrado podrá acabar con ella. Por esto, los vigilantes tratan de robar las ropas de los detenidos; por esto, inspectores violan las viviendas; por esto, los inocentes, en lugar de ser interrogados son degradados ante toda una asamblea. Los vigilantes me hablaron de depósitos donde se entregan las pertenencias de los detenidos. Quisiera yo ver esos depósitos donde se pudre lo que el arrestado ha obtenido con su trabajo, si es que no es robado por los landronzuelos de la administración [...] Sólo le quería decir -dijo el juez- que hoy ha echado a perder la ventaja que siempre significa un interrogatorio para el arrestado. K. se rió sin apartar la vista de la puerta: <<¡Sarta de bribones!>>, exclamó; abrió la puerta y bajó la escalera. Detrás de él se levantó el ruido de la asamblea.
_ Tú no tienes nombre y yo tampoco tengo
nombre. No hay nombres. Aquí no tenemos nombre.
_ ¿Estás loco?
_ Es posible que lo esté pero no quiero
saber nada de ti. No quiero saber dónde vives, ni de dónde eres. No
quiero saber absolutamente nada de nada. ¿Me has comprendido?
_ Me asustas.
_ Nada. Tú y yo nos encontraremos aquí
sin saber nada de lo que nos ocurra fuera, ¿de acuerdo?
_ Pero, ¿por qué?
_ Pues, porque…aquí no hace falta saber
nombre, no es necesario. ¿No lo comprendes? Venimos a olvidar, a
olvidar todas las cosas, absolutamente todas. Olvidaremos a las
personas, lo que sabemos, todo lo que hemos hecho. Vamos a olvidar
donde vivimos, olvidarlo todo.
1 por qué no simplemente no esperar a ser ocasión de
un vertedero de palabras ¿no es mejor abortar que ser estéril? después de tu partida las horas son tan tristes siempre empiezan a rastras demasiado pronto los garfios desgarrando con ceguedad el lecho de miseria rescatando los huesos los amores antiguos cuencas una vez llenas con ojos como tuyos ¿es mejor siempre demasiado pronto que jamás? negra necesidad salpicando los rostros diciendo una vez más nunca flotó lo amado nueve días ni nueve meses ni nueve vidas 2 diciendo una vez más si no me enseñas tú no aprenderé diciendo una vez más existe un último atardecer de últimas veces últimas veces de mendigar últimas veces de amar de saber no saber simular un último atardecer de últimas veces de decir sino me amas nunca seré amado si no te amo ya no amaré nunca un batir de palabras gastadas una vez más en el corazón amor amor amor golpe de un émbolo antiquísimo moliendo el suero inalterable de las palabras una vez más aterrado de no amar de amar pero no a ti de ser amado y no por ti de saber no saber simular simular yo y todos los otros que te amen si te aman 3 a menos que te amen Samuel Beckett