Entradas populares

lunes, 29 de julio de 2013

"cementerio de palabras"

> cruz y arena <
foto: © Cártobas NicOh

Serpientes enroscadas
en nocturno terciopelo,
sonámbulas promesas

Nostalgias pasadas,
son rostros mortecinos
y ecos sin retorno

Errante viajera
sobre ciudades sumergidas
bajo lápidas de amor

~ Cártóbas NicOh ~




lunes, 8 de julio de 2013

"marqués de sade"


"No hay ninguna clase de sensación que sea más viva que el dolor;
sus impresiones son seguras, no confunden para nada como las del placer."

~ Marqués de Sade ~





"algunos lienzos del recuerdo tienen..." ~ antonio machado ~


Algunos lienzos del recuerdo tienen
luz de jardín y soledad de campo;
la placidez del sueño
en el paisaje familiar soñado.

Otros guardan las fiestas
de días aún lejanos;
figurillas sutiles
que pone un titirero en su retablo...

Antonio Machado





"bolero" ~ julio cortázar ~


Qué vanidad imaginar
que puedo darte todo, el amor y la dicha,
itinerarios, música, juguetes.
Es cierto que es así:
todo lo mío te lo doy, es cierto,
pero todo lo mío no te basta
como a mí no me basta que me des
todo lo tuyo.

Por eso no seremos nunca
la pareja perfecta, la tarjeta postal,
si no somos capaces de aceptar
que sólo en la aritmética
el dos nace del uno más el uno.

Por ahí un papelito
que solamente dice:

Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.

Y este fragmento:

La lenta máquina del desamor
los engranajes del reflujo
los cuerpos que abandonan las almohadas
las sábanas los besos

y de pie ante el espejo interrogándose
cada uno a sí mismo
ya no mirándose entre ellos
ya no desnudos para el otro
ya no te amo,
mi amor.


Julio Cortázar 



"mujer de la tierra"


Soy una mujer de la tierra.
Necesito sentir su pulso y energía en los tuétanos.
Su rumor en las entrañas.
Y sus cosquillas bajo los pies.

~ Cártobas NicOh ~



jueves, 4 de julio de 2013

"órganos"


Órganos. Música. Placer(es).
Texturas y Sonidos.
Carne. Madera. Olor(es).
Huesos y tuétanos.
Cuerdas y notas.
En el vértice está la clave.

Cártobas NicOh


martes, 2 de julio de 2013

"malpaso"


Nombre bien poco idóneo para un zapatero. El menos indicado, sin duda; y tal vez el más efectivo. En el pueblo bien pocos conocen su verdadero nombre, y al resto no le interesa. Cuando alguien habla de Malpaso nadie se extraña, nadie frunce el ceño, nadie formula preguntas. Malpaso es el zapatero del pueblo y Benito su inseparable gato (un majestuosérrimo gato negro, sempiternamente ocupando espacio sobre su hombro izquierdo, cual vigía). Sin levantar la vista de su trabajo siempre sabe quién entra en el local, con el tiempo ha logrado interpretar los mensajes de Benito a través de la presión que con sus uñas ejerce sobre su hombro, amén de que algún que otro sensual maulllido se le escapa cuando entra alguna fémina de muy buen ver. Para que nos entendamos, Benito es un gato con dotes humanas de seductor. Y no anda nada descaminado de su convicción.

Pero cuando entra Pelélico es otra historia, Benito se emociona, abre sus hermosérrimos ojos colo mostaza cual ojos de buey, eriza su media cola (algún hijo de puta le ha seccionado la otra mitad) y sonríe, sí, sonríe. Pelélico es el Peter Pan del pueblo. Mayor para ser joven y demasiado puro para ser mayor. Benito lo sabe, y es la visita que más celebra cuando entra a pedir su cigarro diario. MalPaso echa mano a su bolsillo, saca el paquete de Celas Cortos, extrae uno, lo enciende y se lo da.

_Bos días, Pelélico. ¿Todo ben?

Agarra el cigarro, lo mira, le da una calada, se encoge de hombros y responde sin dejar de sonreír. Antes, mira de reojo a Benito como pidiendo su aprobación, se miran, no dicen nada y se lo dicen todo.

_ Sí, sí....

Da media vuelta, levanta un brazo a modo de despedida y sale del local. Hombros encogidos, mirada lejana, caminar lento y sonrisa desdentada. Feliz. Un simple cigarro dibuja una insultante sonrisa. Y esa sonrisa es el universo en sí. Niño-hombre que es el reflejo de miserias humanas y vidas hipotecadas a lo que debe ser.
MalPaso no puede evitar mirar cómo se aleja calle abajo, camino de la lonja. Se acerca la hora de la subasta del pescado. Vuelve a sus tareas, queda mucho por hacer, centra su mirada en los maltrechos tacones de los zapatos de "domingo" de Luisa, la mujer del alcalde. Mucho desgaste en penas nada de tiempo para lo poco que alardea salir esta mujer, piensa. ¡Mujeres!, pronuncia con cierto tinte de desprecio MalPaso. Aun así, anota la fecha de entrada de dicho par de zapatos. Tiene por costumbre llevar un inmaculado control de cada uno de sus clientes: fecha de entrada, fecha de salida, y modelo de calzado. Si alguien conoce todas las intimidades de cada habitante ese es MalPaso. Y eso lo saben en el pueblo: todos. Y a él acuden en busca de consejo e información. Más que una zapatería se diría que aquel lugar es un confesionario.



Cártobas NicOh



lunes, 1 de julio de 2013

"impromptus"


Tu piano, tu música y tus sempiternos cigarros. Ese eres tú. Para traer una imagen nítida de ti a mi mente tengo que apartar espesas columnas de humo: las del pasado, y las de humo del tabaco bajo las que te ocultabas como un ser anónimo entre la niebla. Allí te encontraba cuando te perdías, cuando nos perdíamos: entre una espesa mezcla de acordes, notas, partituras y obras inconclusas como nuestras vidas. Volvías la mirada hacia mí, descendías de tu púlpito y durante unas horas te convertías en un ser humano. Te sentía de carne y sudor, y me bañaba en tus lágrimas de niño-hombre mientras confundías mi cuerpo con la música. Supiste afinarme como nadie, y obtuviste de mí las mejores y más hermosas notas. Y de aquellas noches y de aquellos días comenzó a nacer la que sería la mejor obra de tu vida.

Cuando se convirtió en el por y el para de tu existencia, yo desaparecí de ella. Me apartaste, pero nunca me fui del todo. Cuando el agotamiento ganaba la batalla y caías rendido sobre tu piano, era yo quien te arropaba. A través de tu fiel sirviente cuidé de ti sin tú saberlo. Él era mis ojos y mis manos cuando estabas despierto y mi bastón cuando perdías la consciencia.


Y así transcurrieron los años: tú, el piano, la música y los cigarros. Yo entre bambalinas. Hubo momentos, cuando recordabas que existía otro mundo que no era el tuyo, que preguntabas por mí. Olvidabas tu piano, tu música y tus cigarros. Te echabas a la calle y vagabas sin rumbo fijo durante días, preguntando a los amigos, conocidos y hasta desconocidos, imbuido de un frenesí y terror desoladores. Vulnerable y expuesto a ese mundo que te era ajeno y del cual yo siempre te había protegido pronunciabas mi nombre sin cesar, como una plegaria. Tu sufrimiento era el mío. Aún más si cabe, porque yo era bien consciente de tu indefensión y mi silencio. Pero no podía ser de otra forma. Asomar el rostro para protegerte una vez más habría sido mi muerte, la tuya, la de ambos.


Entonces sucedió "aquello".
Caíste enfermo. El humo que tanto amabas se convirtió en tu enemigo, atacó con fiereza tu respiración, quería robártela para hacerla suya, alimentarse y crecer sobre ella. Tu piano y tu música enmudecieron. Miraste inquieto y tenso en derredor tuyo: buscando, escudriñando, nadie sabía qué ni a quién. Parecías un niño, desamparado y aterrado buscando una mirada conocida y amable entre la multitud.
De repente, tus ojos se detuvieron en un punto fijo y tus músculos se relajaron. Me buscabas, y me encontraste. Nos volvimos a encontrar, y no entre la espesa niebla del humo de tus cigarros, tu piano y tu música. Fue un instante sin pasado, sin presente y sin futuro; segundos para reconocerse y encontrarse en el otro. Aprendiste a componer sin asolar, a crear sin derruir, a amar sin derrocar. Y a vivir sin miedo, sin miedos.
Y el humo te concedió una tregua, y tú la aceptaste. Abandonó el protagonismo que le habías concedido y se replegó despechado, empero dócil a los cantos de sirena médicos.
Improvisando, día a día, hemos compuesto a cuatro manos una existencia y una obra únicas: nuestras vidas.


Cártobas NicOh