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martes, 11 de diciembre de 2012

emil cioran


«Sueño a veces con un amor lejano y vaporoso como la esquizofrenia de un perfume.»

«Se declara la guerra a las glándulas y se prosterna uno ante el tufo de una furcia... ¿Qué puede el orgullo contra la liturgia de los olores, contra el incienso zoológico?».

«La dignidad del amor consiste en el afecto desengañado que sobrevive a un instante de baba.»

«¿Tengo que dar gracias a la razón porque todavía soy y me abro camino en los asuntos del mundo? Tal vez a ella también. Pero en última instancia. ¿A los hombres? ¿A las apariencias? Ni unos ni otras han estado presentes cuando ya no era. Siempre me ayudaron después.»

«En las calles respiras el aire de vacío del ocaso y te inventas auroras como si no quisieras reconocer que tú también participas del ocaso de la Ciudad. Y entonces te elevas, por un acto de voluntad, por encima de ella. Y quieres salvarte. ¿Quién o qué podrá ayudarte en la Ciudad?»

«Nada, no me ha ayudado nada. Y si no hubiese tenido a mi alcance el largo del Concierto para dos violines de Bach, ¿cuántas veces no habría terminado? A él le debo el ser todavía. En la dolorosa e inmensa gravedad que me balanceaba fuera del mundo, del cielo, de los sentidos, de los pensamientos, todos los consuelos bajaban hacia mí y, como por encanto, volvía a ser, ebrio de agradecimiento. ¿A qué? A todo y a nada. Porque en ese largo hay una ternura por la nada, allí el estremecimento alcanza su perfección dentro de la perfección de la nada.»

E. M. Cioran