Sigues diciendo, como le dijiste a
Robbie en tu contestación, que yo te atribuyo motivos indignos ¡Si tú no tenías
motivos en la vida! No tenías más que apetitos. Un motivo es un propósito
intelectual.
Recuerda que el necio a los ojos de los
dioses y el necio a los ojos de los hombres son muy distintos. Siendo
enteramente ignorante de los modos del Arte en su revolución o los estados del
pensamiento en su progreso, de la pompa del versos latino o la música más rica
de las vocales griegas, de la escultura toscana o el canto isabelino, se puede
estar lleno de dulce sabiduría. El verdadero necio, ése del que los dioses se
ríen o al que arruinan, es el que no se conoce a sí mismo.
“El vicio supremo es la superficialidad.
Todo lo que se comprende está bien.”
“Me agotabas. Era el triunfo de la
naturaleza pequeña sobre la grande. Era esa tiranía de los débiles sobre los
fuertes que en no sé donde de una de mis obras describo como “la única tiranía
que dura.”
“El amor se alimenta de la imaginación,
que nos hace más sabios que lo que sabemos, mejores de lo que sentimos, más
nobles que lo que somos; que nos capacita para ver la Vida como un todo; que es
lo único que nos permite comprender a los demás en sus relaciones así reales
como ideales. Sólo lo bello, y bellamente concebido, alimenta el Amor. Pero el
Odio se nutre de cualquier cosa.”
Los errores fatales de la vida no se
deben a que seamos insensatos: un momento de insensatez puede ser nuestro mejor
momento. Se deben a que somos lógicos. Hay una gran diferencia.”
Cuando la Sabiduría me ha sido
improvechosa, y la Filosofía estéril, y los proverbios y frases de los que
pretendían darme consuelo han sido como polvo y cenizas en mi boca, la memoria
de aquel pequeño gesto humilde y silencioso de Amor ha abierto para mí todos
los pozos de la piedad, ha hecho al desierto florecer como una rosa, y me ha
llevado de la amargura del exilio solitario a la armonía con el corazón herido,
roto y grande del mundo.
…teatro, novela, poema en rima, poema en
prosa, diálogo sutil o fantástico, todo lo que tocaba lo hacía hermoso con un
género nuevo de hermosura; a la verdad misma le di lo falso no menos que lo
verdadero como legítimos dominios, y mostré que lo falso y lo verdadero no son
sino formas de existencia intelectual. Traté el Arte como la realidad suprema,
la vida como un mero modo de ficción; desperté la imaginación de mi siglo de
suerte que crease mito y leyenda alrededor de mí; resumí todos los sistemas en
una frase y toda la existencia en una agudeza… …me dejaba arrastrar a largas
rachas de indolencia sensual y sin sentido. Me divertía ser un flaneur, un
dandy, un personaje mundano. Me rodeaba de naturalezas mezquinas y de mentes
inferiores. Vine a ser el manirroto de mi propio genio, y malbaratar una
juventud eterna me proporcionaba un curioso gozo. Cansado de estar en las
alturas, iba deliberadamente a las bajuras en busca de nuevas sensaciones. Lo
que la paradoja era para mí en la esfera del pensamiento, eso vino a ser la
perversidad en la esfera de la pasión. El deseo, al final, era una enfermedad,
o una locura, o ambas cosas. Me hice desatento a las vidas de los demás. Tomaba
el placer donde me placía y seguía de largo. Olvidé que cada pequeña acción de
cada día hace o deshace el carácter, y que por lo tanto, lo que uno ha hecho en
la cámara secreta lo tiene que vocear un día desde los tejados. Dejé de ser
Señor de mí mismo. Ya no era el Capitán de mi Alma, y no lo sabía. Dejé que tú
me dominaras, y que tu padre me atemorizara. Acabé en una espantosa deshonra.
Ahora para mí sólo queda una cosa, la absoluta Humildad: lo mismo que para ti
sólo queda una cosa, la absoluta Humildad. Te vendría bien bajar al polvo y
aprenderla a mi lado.
La Razón no me ayuda. Me dice que las
leyes por las que se me condena son leyes equivocadas e injustas, y que el
sistema por el que he padecido es un sistema equivocado e injusto. Pero, de
algún modo, tengo que hacer que ambas cosas sean justas y acertadas para mí. Y
exactamente como en el Arte lo único que interesa es lo que determinada cosa es
para uno en determinado momento, así también en la evolución ética del
carácter. Yo tengo que hacer que todo lo que me ha ocurrido sea bueno para mí.
No hay una sólo degradación del cuerpo
que no deba tratar de convertir en espiritualización del alma.