_ Tú no tienes nombre y yo tampoco tengo
nombre. No hay nombres. Aquí no tenemos nombre.
_ ¿Estás loco?
_ Es posible que lo esté pero no quiero
saber nada de ti. No quiero saber dónde vives, ni de dónde eres. No
quiero saber absolutamente nada de nada. ¿Me has comprendido?
_ Me asustas.
_ Nada. Tú y yo nos encontraremos aquí
sin saber nada de lo que nos ocurra fuera, ¿de acuerdo?
_ Pero, ¿por qué?
_ Pues, porque…aquí no hace falta saber
nombre, no es necesario. ¿No lo comprendes? Venimos a olvidar, a
olvidar todas las cosas, absolutamente todas. Olvidaremos a las
personas, lo que sabemos, todo lo que hemos hecho. Vamos a olvidar
donde vivimos, olvidarlo todo.
_ Yo no podré, ¿tú si?
_ No lo sé. ¿Tienes miedo?
_ No.