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lunes, 4 de noviembre de 2013

{ la hora del ángel } · anne rice




"La gente continúa viviendo incluso en circunstancias insoportables.
Y el cielo sabe que no hemos de avergonzarnos de nuestras lágrimas,
porque son la lluvia que disuelve el polvo cegado de la tierra
posado sobre nuestros duros corazones."


Anne Rice




{ la simplicidad es compleja en si misma } · constantin brancusi







《La simplicidad es compleja en si misma,
y uno tiene que ser alimentado por su esencia con el fin de comprender su valor.
Cuando uno está en la esfera de lo bello, no se necesitan explicaciones.》

Constantin Brancusi




domingo, 3 de noviembre de 2013

{ entre paréntesis, aprendo, camino y vivo }



NACIÓ de mí.

Y estuvo
durante
un tiempo.
Se fue.
Nos fuimos.
Tal vez, un día
regresemos.
Para caminar
hacia adelante.
Sin reproches,
ni peros.
Tan diferentes
tan semejantes.
Espero.
Y si no es.
Ya no desespero.
Sin dejar de querer
Quiero.
En este paréntesis,
aprendo,
camino,
y vivo.

Cártobas NicOh




sábado, 2 de noviembre de 2013

{ discurso en el depósito de objetos perdidos } · wisława szymborska




Perdí algunas diosas en el camino de sur a norte,
y también muchos dioses en el camino de este a oeste.
Se me apagaron para siempre un par de estrellas, ábrete cielo.

Se me hundió en el mar una isla, otra.
Ni siquiera sé exactamente dónde dejé las garras,
quién trae mi piel, quién vive en mi concha.
Mis hermanos murieron cuando me arrastré a la orilla
y sólo algún huesito celebra en mí ese aniversario.
Salté de mi pellejo, perdí vértebras y piernas,
me alejé de mis sentidos muchísimas veces.
Desde hace mucho cerré mi tercer ojo ante todo esto,
me despedí de todo con la aleta, me encogí de ramas.
Se esfumó, se perdió, se dispersó a los cuatro vientos.
Yo misma me sorprendo de mí misma, de lo poco que quedó
de mí:
un individuo aislado, del género humano por ahora,
que sólo perdió su paraguas ayer en el tranvía.

Wisława Szymborska



{ solaris } · stanislav lem



"El hombre, a pesar de las apariencias, no inventa metas. El tiempo, la época, se las imponen. El hombre puede someterse a una época o sublevarse, pero el objeto aceptado o rechazado le viene siempre del exterior.
Todos sabemos que somos seres materiales, sujetos a las leyes de la física y la fisiología, y toda la fuerza de nuestros sentimientos no puede contra esas leyes. ¿A qué entonces esperar el retorno de esa persona desaparecida? La fe inmemorial de los amantes y los poetas en el poder del amor, más fuerte que la muerte, el secular finis vital sed non amoris es una mentira, inútil y dolorosa. ¿Resignarse entonces a la idea de ser un reloj que mide el transcurso del tiempo, y cuyo mecanismo tan pronto como el constructor lo pone en marcha engendra desesperación y amor? ¿Resignarse a la idea de que todos los hombres reviven antiguos tormentos, tanto más profundos cuanto más se repiten, volviendo siempre sobre los mismos temas sin llegar nunca a acercarse lo más mínimo a la solución? Quizá eso es lo que nos queda, pero sin embargo, todos esos pensamientos tienen que tener cierto propósito, y la ínfima posibilidad de llegar a conocerlo es lo que nos mantiene con vida…"

Stanislav Lem




{ la metamorfosis de la luz }

#Crash
la metamorfosis de la luz
foto: © Cártobas NicOh




“La libertad consiste en ser luz para uno mismo; entonces la libertad no es una abstracción, una cosa invocada por el pensamiento. La verdadera libertad lo es con respecto a la independencia, al apego, al anhelo de experiencias. Ser luz para uno mismo es estar libre de toda la estructura del pensamiento. Es en esta luz que toda acción tiene lugar, y por eso la acción jamás es contradictoria.
La contradicción existe cuando esa ley - la luz - se separa de la acción, cuando el actor está separado de la acción.”

del DIARIO II, Roma, 24 septiembre 1973

“Cuando uno es luz para sí mismo, esa luz es la luz de todos los demás. Ser luz para uno mismo implica que la mente se halla libre del reto y la respuesta, porque entonces la mente está por completo despierta, está totalmente activa. Esta atención no tiene un centro, el “uno” que está atento y, por tanto, no tiene un límite. Mientras existe un centro, el "yo", tiene que existir el reto y la respuesta adecuada o inadecuada, placentera o dolorosa. El centro jamás puede ser luz para sí mismo; su luz es la luz artificial del pensamiento, y este tiene muchas sombras. La compasión no es la sombra del pensamiento sino que es luz, luz que no es ni de uno mismo ni de algún otro. “

DIARIO II, Roma 24 de Octubre 1973

"Uno debe ser luz para sí mismo; esa luz es la ley. No existe otra ley. Todas las otras leyes son hechas por el pensamiento y, en consecuencia, son fragmentarias y contradictorias. Ser luz para uno mismo es no seguir la luz de otro, por razonable, lógica, histórica o convincente que sea. Uno no puede ser luz para sí mismo si se encuentra en la oscura sombra de la autoridad, del dogma de la conclusión. La moralidad es hija del amor, y el amor no es deseo y placer. El goce sexual o sensorial no es amor."

Jiddu Krishnamurti






{ vidas traslúcidas }

#VidasTraslúcidas
donde comienza la imaginación
foto: Cártobas NicOh

En un otoño, en uno de los otoños del tiempo, las divinidades del Shinto se congregaron, no por primera vez, en Izumo. Se dice que eran ocho millones pero soy un hombre muy tímido y me sentiría un poco perdido entre tanta gente. Por lo demás, no conviene manejar cifras inconcebibles. Digamos que eran ocho, ya que el ocho es, en estas islas, de buen agüero.

Estaban tristes, pero no lo mostraban, porque los rostros de las divinidades son kanjis que no se dejan descifrar. En la verde cumbre de un cerro se sentaron en rueda. Desde su firmamento o desde una piedra o un copo de nieve habían vigilado a los hombres. Una de las divinidades dijo:

Hace muchos días, o muchos siglos, nos reunimos aquí para crear el Japón y el mundo. Las aguas, los peces, los siete colores del arco, las generaciones de las plantas y de los animales, nos han salido bien. Para que tantas cosas no los abrumaran, les dimos a los hombres la sucesión, el día plural y la noche una. Les otorgamos asimismo el don de ensayar algunas variaciones. La abeja sigue repitiendo colmenas; el hombre ha imaginado instrumentos: el arado, la llave, el calidoscopio. También ha imaginado la espada y el arte de la guerra. Acaba de imaginar un arma invisible que puede ser el fin de la historia. Antes que ocurra ese hecho insensato, borremos a los hombres.

Se quedaron pensando. Otra divinidad dijo sin apuro:

Es verdad. Han imaginado esa cosa atroz, pero también hay ésta, que cabe en el espacio que abarcan sus diecisiete sílabas.

Las entonó. Estaban en un idioma desconocido y no pude entenderlas.

La divinidad mayor sentenció:

Que los hombres perduren.

Así, por obra de un haiku, la especie humana se salvó.


 Jorge Luis Borges, "De la salvación por las obras"





{ la insoportable levedad del ser } · milan kundera




"El amor no se manifiesta en el deseo de acostarse con alguien (este deseo se produce en relación con una cantidad innumerable de mujeres), sino en el deseo de dormir junto a alguien (este deseo se produce en relación con una única mujer)."



Milan Kundera




viernes, 1 de noviembre de 2013

{ noche mágica }




"He pasado tanto tiempo en la oscuridad,
que había olvidado lo bonita que es la luz de la luna".

Tim Burton, "La novia cadáver"






jueves, 31 de octubre de 2013

{ el rumor del oleaje } · yukio mishima



“El muchacho experimentaba una sensación de total armonía con la abundancia de la naturaleza que le rodeaba. Inhaló profundamente, y fue como si una parte de ese algo invisible que conforma la naturaleza hubiera penetrado hasta el centro de su ser. Oyó el rumor del oleaje que rompía en la orilla, y fue como si su sangre joven se agitara al ritmo de las grandes olas marinas. El hecho de que Shinji no experimentara ningún tipo de carencias musicales en su vida cotidiana se debía sin duda a que el mar satisfacía su necesidad.”


Yukio Mishima





{ el vecino }



Entró en el solitario ascensor. Pulsó el botón que marcaba el 4, y la máquina, obediente, comenzó su ascenso. Apenas unos segundos más tarde se detuvo en destino. Justo en el mismo momento que ella salía al rellano, el vecino que vivía justo enfrente hacía lo propio. Casi se toparon de bruces. Ella, cargada con bolsas de la compra, dio un respingo; él, con una maleta de viaje, maletín y un abrigo ocupando sus manos, no supo qué decir. Sus miradas se encontraron durante unos escasos segundos. Apresurado se disculpó y con rapidez se introdujo en el ascensor.

¡Caramba, al fin te conozco!, pensó ella.

Llevaba dos meses viviendo en aquel piso y todavía no conocía a ninguno de los vecinos de su planta. Lo único que sabía del vecino con el que acababa de toparse era que tenía una vida sexual muy, pero que muy activa. Sus dormitorios eran contiguos, pared con pared, e intuía que la cabecera de ambas camas se apoyaban contra la susodicha.
En más de una ocasión y ante la imposibilidad de dormir, dado el revuelo sexual que al otro lado tenía lugar, había optado por pasar la noche en el sofá.

Se oía de todo: jadeos, frases en voz baja pero fácilmente descifrables, y, sobre todo: el ritmo. Hubo noches que las dedicó a adivinar cuándo terminaría la faena. Cuando el movimiento se aceleraba, había orgasmo. Fin, a dormir.
Aunque esas eran las menos de las veces, pues siempre repetía, dos, tres… y así, una y otra vez hasta bien entrada la tarde del día siguiente.
¡Qué máquina el tipo! ¡coño!, que una no es de piedra. Además, su vida sexual, desde hacía no sabía ya cuánto, estaba bajo mínimos, mejor dicho era inexistente.

Introdujo la llave en la cerradura, abrió la puerta y entró. Se detuvo un instante en el recibidor y recordó lo sucedido al salir del ascensor: “pues sí que es atractivo el puñetero”.
Pasaron los días, y la anécdota cayó en el olvido.  Volcada en su trabajo y viajando mucho, aquel mes había sido demoledor, muchas reuniones y proyectos a desarrollar.

¡Por fin en casa!, suspiró cuando cerró la puerta tras de sí. Dejó las maletas en el suelo y lo primero que hizo fue subir persianas y abrir ventanas, necesitaba aire fresco.
Hecho esto, el paso siguiente era una buena ducha. El baño de su habitación daba a un patio interior y la ventana del mismo estaba justo enfrente de la de su vecino, las ventanas de sus dormitorios pegadas la una al lado de la otra, todas formando una U.

Estaba a punto de entornarla cuando reparó que enfrente, también en el baño y con la ventana cuasi abierta, alguien se estaba desnudando. Era él. Instintivamente se apartó y se arrimó a la pared para no ser vista. No pudo evitar volver a asomarse, despacio y con el temor de ser pillada in fraganti.
Tenía un cuerpo hermoso y deseable.
Se estaba excitando y no se daba cuenta. Aquella visión había despertado su aletargado apetito sexual.

Se atrevió a asomarse un poco más, y justo en ese instante él giró la cabeza hacia ella.
Su presencia había sido descubierta, ya no sabía si estaba colorada por la vergüenza o por la excitación, el caso es que lejos de apartarse permaneció allí, inmóvil y nerviosa.
Ella sabía que él era consciente que lo estaba mirando. Entendió su juego. Se introdujo en la ducha y comenzó a enjabonar su cuerpo. Aquello la turbó por completo. No pudo evitar que sus manos comenzaran a viajar por su cuerpo. Si él se acariciaba el pecho, ella le respondía haciendo lo propio acariciando sus pezones; la estaba invitando a imitar sus gestos.
Las manos de él se encontraron con su miembro, jugaron, resbalaron sobre él con el jabón y la excitación no solo creció en ella. La erección de él era más que evidente.
Su mano derecha bajó en busca de su clítoris, húmedo, excitado y caliente. Sentía que estaba a punto de estallar de placer.

Él en ningún momento había vuelto la mirada hacia ella. Continuaba con su juego, provocador y sabedor de lo que estaba sucediendo al otro lado. Su mano derecha agarró con precisión su miembro y comenzó a seducirse, a jugar, a danzar, ora rodeaba el glande con dulzura, ora su mano subía y bajaba por su geografía. Al principio más lento, ahora más rápido. Ella le seguía, no podía apartar la mirada de aquella visión, estaba como hipnotizada.

De repente, él se detuvo. Salió de la bañera, cerró la ventana y desapareció. Ella se quedó durante un rato pegada a la pared, desnuda, húmeda e inmóvil, sin saber qué hacer ni qué pensar.

El sonido del timbre de la puerta la devolvió a la realidad. De un sobresalto y desorientada echó mano del albornoz y se encaminó hacia la entrada. Acercó sus ojos a la mirilla y… allí estaba él. 

¡Dios! y ahora... ¿qué hago?

Apartó la cabeza, respiró hondo y le abrió la puerta. Entró arrollador, y sin pronunciar palabra alguna le arrancó el albornoz, la izó en brazos y la condujo al dormitorio. La besó y la acarició como ya no recordaba que se podía hacer ni sentir.
Allí follaron, gozaron y se devoraron el uno al otro sin compasión, ni horas contadas.
Ya nunca más tuvo que dormir en el sofá, ella se convirtió en la protagonista de todos sus revuelos sexuales.


Cártobas NicOh