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domingo, 17 de febrero de 2013

"maio"


Anoche, mi último pensamiento consciente fue para Maio. Hoy tenía una cita, una cita a ciegas con él. Estaba algo inquieta. No sabía si le agradaría. Me desperté temprano, más que de costumbre en fin de semana. Y con el pulso algo acelerado, hacia el lugar acordado encaminé mis pasos. No tardé mucho. La ilusión hace milagros. Allí estaba: silencioso y discreto. Ni le vi cuando entré. Me giré hacia una esquina, pronuncié su nombre, nuestras miradas se encontraron y en sus ojos vislumbré un pedazo de universo. Me saludó con una elegancia que reconocí, pero ya no recordaba. Después de un breve paseo ante el edificio de CaixaForum nos dirigimos hacia el parque de El Retiro. Tres maravillosas horas de conversación silenciosa, en las que hablé yo más que él.

En un momento en que el sol decidió asomar entre las nubes, nos sentamos sobre un solitario banco de madera (cerca de El Palacio de Cristal). Allí le hablé de la magia de Lucky, de la locura maravillosa de Tasio y del viejuco Silvio. Uno a uno fueron apareciendo, y en su mirada sus ausencias tomaron forma durante unos segundos. Sonreí, me sonrió, y unas cálidas lágrimas de nostalgia asomaron a mis ojos. Nos levantamos y proseguimos nuestra caminata. ¡Qué extrañas formas tiene la vida de conceder nuestros deseos! Todo llega, todo es cíclico y se repite. Pero siempre lo hace de la forma más insospechada.

Maio ha sido un regalo de la vida. Un regalo que es un caramelo de toffee y leche. Porque así es el color de su pelo.

Ah, olvidé deciros que Maio es un perro, un precioso jack russell. Maio, en español, es Mayo, como el mes. El mismo que el de las flores.

Gracias, Maio, por esta inolvidable mañana de sábado. En vosotros, los perros, siempre me reconozco y me encuentro. Por momentos como el de hoy merece la pena seguir viviendo, sin duda.

Cártobas NicOh



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